Estas situaciones institucionales tranquilizan a la masa social y nos hacen ver el futuro de otra manera. Tener seis puntos menos en el casillero era un lastre que iba a provocar que el equipo estuviese jugando semana tras semana contra el reloj y con la necesidad agobiante de ganar partidos para recuperar posiciones en la tabla clasificatoria. Ahora, con la situación normalizada, el club, jugadores, cuerpo técnico y afición deben mostrarse más unidos todavía e intentar devolver al equipo a los puestos que realmente merece por presupuesto y plantilla.
El partido del domingo va a marcar un antes y un después. Puede ser la confirmación necesaria de que algo está cambiando y, que tras años de fracasos, errores y problemas varios, que la el club navega hacia la tranquilidad de lo que los nuevos gestores prometieron. A nivel deportivo, el equipo debe dar un golpe sobre la mesa, aprovechando los buenos resultados obtenidos en las últimas jornadas, independientemente del juego mostrado. Es hora de continuar la progresión y mantener la ilusión de los aficionados al alza.
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