jueves, 14 de enero de 2021

¿Por qué ya no sufrimos cuando pierde nuestro Racing?

Escribo estas líneas desde la desilusión, la tristeza y la pesadumbre de ver al equipo de mis amores y de mi vida como nunca antes lo hemos visto. Desde la melancolía, el Racing sigue sin levantar cabeza. Una temporada más, apenas ofrece alegrías y solo aporta componentes negativos. En un nefasto año 2020, no sólo tiró por la borda todo lo conseguido en la temporada anterior con el regreso a segunda b, sino que también ha terminado por erradicar de raíz toda la ola de racinguismo que supuso regresar al fútbol profesional.

El Racing se muere cada día un poco más. Y lo más triste es que lo estamos viendo semana a semana, día a día, pero nadie hace nada por remediar lo que parece irremediable. Pensaba que no podía ver cosas peores alrededor del equipo, pero lo cierto es que año a año se superan. Y ya van muchos años.


Los aficionados poco podemos hacer. La pandemia ha favorecido que la indolencia, la desilusión y la aceptación del desastre se haya introducido en cada uno de nosotros. Parece que ya no duelen las derrotas, la preocupante situación del equipo y, algo de lo que no se habla para nada, de una situación económica que cada día creo que está completamente maquillada por unos dueños a los que no veo nada transparentes.

Desde la dirección de la entidad, han puesto el futuro del club en personas que parecen mirar unos intereses que no se ajustan a las necesidades deportivas. En una temporada rara, con un sistema de competición endiablado, la elección del entrenador ha sido como un disparo al aire. La grandeza de este equipo parece que está al alcance de cualquiera que tenga ciertas amistades o conocidos con capacidad e influencia para colocar a cualquier indocumentado e incompetente al frente del Racing. Pero da igual. Parece que todo vale. Nadie ha dicho nada hasta que el muerto parece que va directo al precipicio.

Al final de todo, el Racing siempre es maltratado por todos y cada uno de los dirigentes que han pasado por él. Nadie lo cuida y lo mima. Nadie llora con los problemas, ni tampoco con las alegrías. Directamente es un negocio al que la afición, esos que hemos crecido yendo cada quince días a El Sardinero, ya no tenemos ningún tipo de influencia. Nos han anulado como masa crítica. Ya sólo somos un número.

¿Y ahora qué? ¿Qué nos puede esperar? Los “dueños” del club cambiarán de entrenador. Se dejarán guiar por cualquier agente o persona relacionada con el negocio del fútbol que les ofrecerá un técnico de poco nivel. Nos venderán la historia de que no hay dinero pero que tenemos un proyecto de cantera. Pero todo seguirá igual. Igual que esta última década en la que el Racing ha sido el pagano de una fiesta en la que le ha tocado pagar todos los platos rotos. Ya nadie cuida de él.


No podemos ir al campo, no podemos protestar, no podemos exigir. Podemos opinar pero sabemos que no sirve, que sólo nos proporciona un desahogo justificado pero ineficaz. Seguiremos vigilando, aunque sin medios para actuar. Tenemos que esperar y continuar viendo como nuestro sentimiento se apaga día a día sin que nadie nos ayude a encender otra vez la mecha de la ilusión. Cada día que pasa, nuestro racinguismo va perdiendo fuelle.

Simplemente hago esta reflexión para expresar por lo que están pasando muchos racinguistas. Racinguistas de verdad. De esos que pase lo que pase y esté donde esté el equipo, siempre le siguen allí por donde va. Sólo nos queda encomendarnos no sé a quién y esperar noticias. Como si el Covid hubiera contagiado también a la institución y lo ha metido en la UCI. No va más. ¿Se puede ir a peor? No quiero pensarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario