El equipo parece otro y ayer quedó de manifiesto. Ayer vimos a un equipo lento, con falta de ideas e incluso impreciso. A El Sardinero acudía el equipo más goleado del grupo y el Racing apenas tuvo oportunidades. De hecho, la segunda parte del equipo cántabro fue paupérrima, sin llegadas y con un rival que contrarestó a la perfección a los verdiblancos y que a punto estuvo de dar un susto a los pupilos de Munitis.
Caneda intenta rematar ante rivales de la Arandina
Las causas de este mal arranque de año son difíciles de explicar. Se ha jugado contra tres rivales muy débiles, todos ellos situados en la parte baja de la tabla clasificatoria y el Racing apenas ganó a un pobre Celta de Vigo B en un partido gris, en Astorga se empató sin pena ni gloria y ayer todos pudimos ver a un equipo que, salvo un par de ocasiones en la primera parte, apenas inquietó a su rival. Se ha perdido velocidad en el juego, capacidad de ir a la presión del rival, no se entra por banda, sin mencionar la carencia total de estrategia en jugadas a balón parado.
Me niego a pensar que se trata de un problema físico. A estas alturas, los ciclos de preparación física deben estar ya cercanos al 90%, por lo que es algo que descarto. Tampoco me gustaría pensar que es un problema de actitud, en cuanto saberse superior al rival y dejar al paso del tiempo que el partido se resuelva a tu favor. No encuentro una explicación lógica.
Dioni estuvo muy desastitido
Se ha visto, y no hace mucho, a un buen Racing. Sabemos que el equipo puede dar mucho de sí, pero estos partidos me hacen recordar los tres primeras jornadas de la primera vuelta, en las que el equipo cántabro daba muestras de un mal juego. Quizás, el domingo y ante Logroñés, podamos ver un nuevo punto de inflexión, al menos eso espero y la posibilidad de jugar ante un equipo de los importantes pueda provocar una reacción en el Racing que le permita hacer olvidar este mal inicio de año.
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