Escribo estas líneas desde la desilusión, la tristeza y la pesadumbre de ver al equipo de mis amores y de mi vida como nunca antes lo hemos visto. Desde la melancolía, el Racing sigue sin levantar cabeza. Una temporada más, apenas ofrece alegrías y solo aporta componentes negativos. En un nefasto año 2020, no sólo tiró por la borda todo lo conseguido en la temporada anterior con el regreso a segunda b, sino que también ha terminado por erradicar de raíz toda la ola de racinguismo que supuso regresar al fútbol profesional.
El Racing se muere cada día un poco más. Y lo más triste es
que lo estamos viendo semana a semana, día a día, pero nadie hace nada por
remediar lo que parece irremediable. Pensaba que no podía ver cosas peores
alrededor del equipo, pero lo cierto es que año a año se superan. Y ya van
muchos años.
Desde la dirección de la entidad, han puesto el futuro del
club en personas que parecen mirar unos intereses que no se ajustan a las
necesidades deportivas. En una temporada rara, con un sistema de competición
endiablado, la elección del entrenador ha sido como un disparo al aire. La
grandeza de este equipo parece que está al alcance de cualquiera que tenga
ciertas amistades o conocidos con capacidad e influencia para colocar a
cualquier indocumentado e incompetente al frente del Racing. Pero da igual.
Parece que todo vale. Nadie ha dicho nada hasta que el muerto parece que va
directo al precipicio.
Al final de todo, el Racing siempre es maltratado por todos
y cada uno de los dirigentes que han pasado por él. Nadie lo cuida y lo mima.
Nadie llora con los problemas, ni tampoco con las alegrías. Directamente es un
negocio al que la afición, esos que hemos crecido yendo cada quince días a El
Sardinero, ya no tenemos ningún tipo de influencia. Nos han anulado como masa
crítica. Ya sólo somos un número.
¿Y ahora qué? ¿Qué nos puede esperar? Los “dueños” del club
cambiarán de entrenador. Se dejarán guiar por cualquier agente o persona
relacionada con el negocio del fútbol que les ofrecerá un técnico de poco
nivel. Nos venderán la historia de que no hay dinero pero que tenemos un
proyecto de cantera. Pero todo seguirá igual. Igual que esta última década en
la que el Racing ha sido el pagano de una fiesta en la que le ha tocado pagar todos
los platos rotos. Ya nadie cuida de él.
Simplemente hago esta reflexión para expresar por lo que
están pasando muchos racinguistas. Racinguistas de verdad. De esos que pase lo
que pase y esté donde esté el equipo, siempre le siguen allí por donde va. Sólo
nos queda encomendarnos no sé a quién y esperar noticias. Como si el Covid hubiera contagiado también a la institución y lo ha metido en la UCI. No va más. ¿Se puede
ir a peor? No quiero pensarlo.